En todo el espectro de las emociones conocidas, casi con toda probabilidad, de las más influyentes en gran parte de la historia de la humanidad, es la emoción del amor, con especial relevancia en este mes de febrero, y gran parte de la prueba la tenemos en nuestro gran y extenso refranero español, que cuenta con refranes como “donde hay amor no hay dolor” o “a batallas de amor, campos de plumas” como ejemplo y así una extensa lista de más de 100 refranes construidos a los largo del tiempo.
Pero, ¿qué es el amor?
Las emociones primarias, como ya expusimos en nuestro post anterior La importancia de conocer nuestras emociones, son las básicas que experimentamos al percibir alguna persona, objeto o simplemente una circunstancia. Por supuesto, cabe la posibilidad de que estas emociones básicas, se mezclen o se crucen y posiblemente en diferentes proporciones dependiendo del contexto en el que nos situemos, dando origen a las emociones secundarias.
Es ahí donde surge la emoción del amor.
Al hablar del amor, hablamos posiblemente de la emoción más agradable e intensa que mayor gasto de energía nos produce, ya sea por las acciones o por las cogniciones que nos provoca.
Especial relevancia tiene la hormona de la OXITOCINA en todo eso que se siente en la emoción del amor, afectando a las conductas sexuales, reproductivas o simplemente de carácter afectivo.
Y ¿qué nos dice la psicología del amor?
El estudio más importante realizado al respecto es el del psicólogo estadounidense ROBERT STERNBERG, con su teoría triangular del amor, en la que nos presenta esta emoción como una combinación de intimidad, compromiso y pasión, en el que las distintas gradualidades de sus combinaciones generan diferente tipo de amor.
Define STERNBERG la intimidad como el sentimiento de cercanía que se desarrolla gradualmente con gran intensidad en los comienzos y enlentecimiento posterior, en el que desarrollamos una necesidad de comunicación y de trasmitir información tanto emocional como personal.
El compromiso lo identifica como la relación de compañerismo que no necesariamente tiene que ir acompañado de intimidad o pasión, pero que puede llegar lentamente a consolidar una fuerte relación de aceptación y espíritu de sacrificio hacia el otro, llegando a mantenerse al compensarse lo que se recibe con lo que se ofrece.
Y como tercer pico de nuestro triangulo, la pasión, en donde se genera una fuerte y creciente excitación tanto mental como física hacia la otra persona, que provoca una fuerte obcecación mental, euforia y deseo incontrolado de estar con la persona que nos lo produce.
Fuerte idealización de la persona amada a la cual se le asigna todo lo deseable y se descarta de la posesión de cualquier aspecto indeseable, y que con el paso del tiempo, tal como aparece, va desapareciendo hasta llegar a niveles moderados.
7 tipologías de amor.
Las diferentes combinaciones de estos tres aspectos son los que generan las 6 tipologías de amores, yendo desde el “Encaprichamiento” en el que solo se presenta la pasión, el «cariño», que solo existe cuando solo hay intimidad o el “Amor vacío” que simplemente se trata de compromiso, hasta llegar al “Amor consumado”, en el que aparecen los tres conceptos en la relación. Quedando con solo dos conceptos el “Amor romántico” en el que se manejan la pasión y la intimidad, el “Amor sociable”, que es el que presenta intimidad y compromiso y por último el “Amor fatuo”, en el que se combinan la pasión y el compromiso.
Por lo que una vez expuesto esta teoría triangular del amor, casi con toda seguridad, o al menos con más facilidad, podréis identificar el amor al que le dedicáis vuestras energías, pero sea cual sea el que estéis disfrutando, os deseamos que lo hagáis de la manera más intensa y saludable posible.
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La importancia de conocer nuestras emociones
Artículo escrito por D.Jesus Sanchez Cazo ( Universidad de Psicología de Sevilla, UNED )