De sobra son conocidos los sentidos de los que disponemos para poder estar en contacto con nuestro medio ambiente, ya sea para alimentarnos, para descansar o para poder escapar de cualquier amenaza para nuestra vida o nuestro bienestar.
Para ello, a nuestro cerebro, como centro de información y regulación, se le hace llegar los datos tomados por nuestros receptores sensoriales, tales como los de la vista, oído, olfato, gusto, tacto o piel y los de propiocepción y equilibrio, con el fin de percibir cualquier estado de lo que nos rodea, o cambio del mismo.
¿Y todos funcional igual?
Antes de responder a la pregunta inicial, hay que hacer una pequeña exposición de que nos encontramos al analizar los receptores sensoriales, pudiendo dividirlos en dos grandes grupos:
1.– Los que la información son recogidas por células especializadas, que son capaces de transformar la información recibida en impulsos eléctricos con el fin de que las neuronas con las que conectan, transmitan esa información al cerebro, este las analice y actúe en la media que sea necesario
VISTA
Mediante fotorreceptores en la parte interna del ojo que según la luz recibida, es la información que envían al cerebro para que este la interprete.
OIDO
Mediante cilios neuronales que reciben y transmiten la información de los golpes de sonidos recibidos en el tímpano.
GUSTO
A través de las células gustativas, que se activan según las sustancias químicas que les llegan para crear impulsos eléctricos que posteriormente trasmita la neurona que le conecta.
EQUILIBRIO
Valorado por una especie de “nivel” situado en el oído, que aporta la situación de la cabeza en sus tres niveles.
2.- Las que transmiten la información al cerebro directamente por las neuronas sensoriales.
OLFATO
Pequeños cilios situados en la parte interna de la nariz, reciben las sustancias químicas esparcidas en el aire y crean el impulso eléctrico.
TACTO O PIEL
Las terminaciones neuronales perciben las modificaciones de presión sobre la piel e informan al cerebro de dichos cambios.
PROPIOCEPCIÓN
Es el sentido por el que las neuronas informan al cerebro la posición y situación de nuestros músculos y con ello, de todas nuestras articulaciones, entre otras.
¿Y porqué dejo de oler?
Una vez expuesto todos los receptores sensoriales de los que disponemos, hay que distinguir los sentidos que se “habitúan”, como por ejemplo el oído.
El oido sigue recibiendo la información sonora, pero aprendemos a ignorarla para seguir trabajando, y los que se “adaptan”, que son los que las neuronas, al cabo de un tiempo, dejan de emitir señal al cerebro de la información que perciben.
Estas, no se activaran hasta que esa información varie, con el fin de que percibamos un cambio del ambiente, como un cambio de olor, para el olfato, o te levantan la mano del brazo, después de un tiempo, para el tacto. Por eso es muy complicado el apreciar nuestro propio olor mientras los demás lo perciben perfectamente.
A continuación os dejamos un enlace sobre el sentido del olfato, en donde el Dr. Martín Pinzón, otorrinolaringólogo, cirujano senos paranasales FSFB, explica brevemente , su estructura, funcionamiento y características.
En esta página, puedes encontrar una información más amplia de los sentidos.
https://psicologiaymente.com/neurociencias/sensopercepcion
Artículo escrito por D.Jesus Sanchez Cazo ( Universidad de Psicología de Sevilla, UNED