En nuestro desarrollo como especie, desde prácticamente la aparición del considerado ser humano actual, al igual que en el resto de las especies, existen varias motivaciones primarias en las conductas de los individuos como son comer, beber o dormir para poder sobrevivir.
Pero existe una muy especial, que se puede meter en ese mismo bloque de motivaciones primarias o esenciales que es el sexo, en el que conseguiremos sobrevivir sin su práctica, pero adquiere la misma importancia primaria, dada su relevancia para la continuación de la especie.
Gran importancia toma LA CULTURA en todo lo concerniente al sexo, ya que, por ejemplo, no se enjuicia igual la bisexualidad en la cultura romana del año 500 DC, que en la Europa de mitad del siglo XX, no es ni mejor, ni peor, simplemente distinta.
Pero, ¿Qué factores son los que valoran en la sexualidad?
Hay que diferenciar varios términos y tener clara su diferencia, ya que no es el mismo el concepto SEXO, que es el resultado de la combinación de los cromosomas y la aparición de los órganos sexuales, que el concepto GÉNERO, que es la autopercepción o autorrepresentación sobre uno mismo.
En una gran proporción, suelen coincidir ambos conceptos, pero existen situaciones en los que puede haber incongruencias en la persona, generando una DISFORIA entre su sexo físico y su autopercepción de pertenencia al sexo contrario, ya sea en mujeres biológicas, tratándose como hombres transexuales, como en hombres biológicos, que se tratarían como mujeres transexuales.
Se ha comprobado que estas personas con DISFORIA de género, presentan núcleos cerebrales concretos, similares al género con el que se identifican y diferentes al sexo biológico que presentan.
Nuestra orientación sexual.
Independiente de nuestro sexo y nuestro género, existe nuestra orientación sexual, que no es otra cosa que lo que a cada individuo le parece atractivo sexualmente hablando, la heterosexualidad, homosexualidad o bisexualidad.
Según el zoólogo y sexologo estadounidense Alfred Kinsey en sus estudios sobre el comportamiento sexual humano, el hombre es tendente a la heterosexualidad o a la homosexualidad, mientras que la mujer se inclina más por la bisexualidad antes que por la homosexualidad, llegando a una proporción de 1/2 en comparación con la homosexualidad masculina, siendo las mujeres más flexibles que los hombres tanto en su atracción como en su conducta sexual.
Con todo esto, lo que queda claro, es que la estimulación erótica de cada individuo, solo depende de cada individuo.
A continuación os dejamos un enlace bastante interesante sobre nuestra sexualidad y sus matices.
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Artículo escrito por D.Jesus Sanchez Cazo ( Universidad de Psicología de Sevilla, UNED )